EKRONOPLANOS
Durante ese periodo que se dio por llamar “guerra fría”, las grandes superpotencias USA/URSS no dieron vacaciones a su maquinaria bélica, uno de los aspectos a solucionar era el transporte tanto del elemento humano como del material con que éste se encuentra dotado. La aviación te permite el uso del factor sorpresa gracias a su velocidad, pero cuenta con otros inconvenientes como es la menor capacidad de carga además de precisar un su elemento madre “el aeropuerto”, esta visión del problema les lleva a la búsqueda de su solución.
Esta comienza por estudiar otro medio para el desplazamiento de unidades y material, se vislumbra en el medio acuático. ¿Cómo?: En un principio se baraja la posibilidad de utilización de un medio ya existente llamado “Hovercrafft”, pero comprueban que sus características son limitadas, por lo que queda aparcado de momento. Se piensa en la construcción de grandes híbridos entre los conceptos Avion/Barco.
Se comenzó a estudiar que aspectos limitaban a los aviones en cuanto a carga y autonomía. Por un lado estaban las turbulencias alares o vórtices que se forman en las puntas de los planos y que restan rendimiento al aparato. Por otro se encuentra el hecho de que toda la energía de los motores transformada en velocidad va a parar a la sustentación que es la que posibilita que el avión se levante del suelo.
El primer problema tenía fácil solución, pegar el avión al suelo de forma que al volar a escasos metros, los 2 vórtices se neutralizasen contra la superficie. La solución del segundo consistió en crear un colchón de aire entre las alas y la superficie de forma que generase una presión que podríamos definir como una sustentación artificial. Los helicópteros consiguen este efecto de forma natural al impulsar el aire con sus palas, pero en cuanto alcanzan cierta velocidad o hay viento este desaparece. Por su parte, los hovercrafts poseen una gran “bolsa” que evita que ese aire se disemine sin control. El nuevo vehículo tenía que desarrollar un novedoso sistema para lograr crear ese colchón. La solución se obtuvo colocando los motores en la zona delantera, con el fin de que la masa de aire desplazada, convenientemente orientada hacia abajo, se metiese entre las alas y la superficie. Con esta configuración nacían los Ekranoplanos.
Estos poseían en las alas unos grandes flaps, de forma que cuando el avión se encontraba en reposo, estos estaban en contacto con el agua. Al encendido de los reactores, los gases entraban bajo el ala y se topaban con los flaps que les impedía continuar su camino, lo que generaba una gran presión que empujaba el conjunto hacia arriba a la vez que lo impulsaba. También, en la cola había motores, pero estos con la tarea exclusiva de impulsar. Cuando imprimían cierta velocidad al efecto del colchón del aire se le sumaba el de la sustentación y el ekranoplano se despegaba del agua y de la resistencia que le ofrecía. En ese momento dejaba de ascender para así neutralizar los molestos vórtices. De ese modo podía recorrer grandes distancias, alcanzar velocidades de crucero de hasta 630 Km/h y transportar grandes cargas.
Otra de sus ventajas añadidas era que los sistemas de radar no lo podían captar.
El desarrollo real de estos vehículos comenzó en la URSS en los años 60. Para finales de la década estaba listo el primero. Las pruebas se realizaron en el Mar Caspio. La CIA, en su afán de descubrir cualquier nuevo “aparato” de los rusos lo fotografió quedando estupefacta. ¿Qué cosa era esa que con grandes dimensiones desarrollaba altas velocidades y a la vez podía operar tanto en tierra como en agua? Al menos un hidroavión no parecía. Con sus 92 metros de longitud, de ahí le vino el nombre de “Monstruo del Caspio”. Con él quedó patente que la idea funcionaba. Al frente del proyecto estaba el ingeniero Rastolav Alexeyev, especializado en temas navales y aeronáuticos. No tardó en desarrollar un nuevo ekranoplano destinado a transporte de tropas y mercancías, el Orlyonok.
Aquí, como en muchos otros órdenes de la vida, la situación económica rusa determinó que estos proyectos se quedaran “durmiendo la noche de los justos” hasta mejores tiempos. La diáspora de los ingenieros y científicos rusos hacia otros lugares principalmente Estados Unidos buscando mejores expectativas de trabajo, han hecho que buena parte de esta tecnología se haya trasladado a campos de la industria civil.
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