20 jóvenes de Zaragoza, Madrid y Barcelona se fueron el 1 de Agosto a Calcuta con las Misioneras de la Caridad, "las de Madre Teresa". No pertenecen a ninguna asociación, O.N.G... la mayoría se conocen gracias al grupo de jóvenes de la Parroquia de Santa Engracia en Zaragoza, Ángela nos cuenta su experiencia.
Me han pedido que escriba unas líneas sobre mi experiencia este verano en Calcuta. Yo suelo delegar en los demás para estas cosas porque pienso, y en este caso son mis amigos y los conozco, que sus experiencias son muy buenas y merece más la pena oírlas que las mías propias que son bastantes más pobres.
Fue hace exactamente un mes cuando este grupo de jóvenes de Zaragoza, Barcelona, Madrid y Murcia, estábamos por primera vez todos juntos en La Batispm House ACJ Bose Road de Calcuta, a unos metros de la casa Madre de las Misioneras de la Caridad, dispuestos a empezar lo que llevábamos meses esperando y preparando. Para mí, Calcuta 2009, empezó mucho antes. Estábamos veinte apuntados (17 al final) para ir el mes de agosto durante nuestras vacaciones a hacer voluntariado. Pero el grupo no era de 20, era mucho más grande, y estuvieron con nosotros durante los meses que preparábamos el viaje, comprando y llevando camisetas “Love in Action”, colaborando con donativos, con obras de teatro, instalando programas para poner subtítulos, haciendo vendas, o simplemente rezando cada día o acordándose un poquito de los que nos íbamos. Todos ellos también forman parte del viaje aunque sólo estemos 17 en las fotos de Calcuta.
La convivencia, estancia y viaje allí ha sido increíble, mucho más de lo que hubiese imaginado. Ir a Calcuta es algo que desde hace años sentía que quería hacer. Conocía a gente que había estado allí, los miraba y los miro con admiración por su experiencia y por lo que son. Lo que más me sorprendía de ellos era el cómo a su vuelta, aunque los veías algo desmejorados y con menos peso, no perdían la sonrisa, y al preguntarles sobre la dureza del viaje te respondían que se habían ido a hacer un Master de Amor a lado de las Misioneras de la Caridad. No sé, si consciente o porque necesitaba hacer un master así, en cuanto tuve la oportunidad me apunte al viaje.
Ya en Calcuta todo es un choque de emociones, una ciudad siempre activa, un caos de coches, taxis, rickshaws, ruido, gente…Al ser Agosto, y haber muchos voluntarios en estas fechas nos ofrecieron ir a Baruipur, un pueblo bonito a 45 minutos en tren. Una suerte. Allí había dos centros, uno de niños y otro de moribundos. Seis de los del grupo estuvimos en la casa de los niños y el resto fueron al otro centro. Que contar, intentamos cada uno colaborar haciendo lo que mejor sabíamos lo mejor que podíamos, pintar algunas habitaciones de la casa, el pasillo, la escuela, comprar si veíamos que faltaba algo o si nos lo pedían y estar con los niños, que era la parte que yo prefería. Una imagen, la sonrisa de Piti y del de las orejitas que tenían un año y me los hubiese traído a España, y así eran todos los demás niños también igual de encantadores.
Todos sabíamos que no íbamos a dar sino a recibir, y efectivamente recibimos y mucho. Cada uno lo coge a su manera porque todos somos distintos y la experiencia personal siempre depende mucho de cómo sea uno mismo. El día a día en Calcuta te absorbe. Es maravilloso, tanta gente, tanta vida, ese aparente desorden y naturalidad, que hace que el viaje sea una aventura. Un choque de sentimientos. Por un lado te sientes tan arropado entre tu grupo de amigos y con la gente buena de allí, y por otro, al mirar el mundo desde otro ángulo, y estar lejos de casa, sientes un vacío que no sabias ni que existiera. Te das cuenta de que “tienes sed”, “I am thristy”. Sed de amor, esa sed que la madre Teresa describe tan bien. Sed de Jesús. Sed de dar en todo lo que puedas. De amar hasta que duela.
Anécdotas hay mil, y no acabaría. Todavía tengo dos cosas que hacer estos días en Calcuta a mi vuelta. La primera, comprar un plástico que me pidió una niña para su familia que vivía en la acera de nuestra calle. La segunda, mandar por correo una foto en el tren de una pareja hindú de recién casados que volvían a casa y no tenían foto de boda. Luego, aunque sea un poco egoísta, me gustaría volver a Baruipur para ver que los niños siguen igual de bien. Recordar el momento fiesta de cumpleaños de Carlos, el sacerdote con el que íbamos, momento sharis, momento vamos con el taxista más tonto de toda Calcuta, momento King feesar 650ml o cómo se llame la cerveza, momento canción, momento despedida, momento cuervos, momento colegio Loreto, slums, casa gomes, momento Ciber, taberna Vasca, saddle, rickshaws, momento estación cruzamos por el medio de la vía y nos colamos porque llegamos tarde, momento me he perdido en Calcuta, ¿dónde están los de Zaragoza?...
De lo aprendido, que no si será todo lo que Madre Teresa transmite a través de su ejemplo de amor al mundo que es inmenso, en Calcuta, ese lugar donde se ve en los pobres la riqueza del mundo: el amor sin barreras. Me vengo con la maleta llena de ganas de dar y unas frases a no olvidar en el día a día: “A la gente se la quiere como es, sin juzgarles, sin esperar nada porque nadie es perfecto, sobre el corazón no se manda. Ama hasta que te duela, y con una gran sonrisa. El amor empieza en casa. No es importante cuanto hacemos si no cuanto amor ponemos en lo que hacemos, se trata de hacer pequeñas cosas con gran amor…” Resumen del viaje: oración, fe, amor y acción igual a Love in Action.
Lo último que decir, no me olvidaba, GRACIAS a todos por escucharme, por estar ahí, me habéis enseñado mucho, siempre tendréis un hueco en este pequeño corazoncito. Espero teneros cerca. Calcuta está en todas partes.
Angela Cepero Fustero
Zaragoza
miércoles, septiembre 02, 2009
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