Para el hostigamiento de la fuerzas alemanas en la 2ª G.M., los rusos necesitaban de un avión con unas características muy concretas, por lo que desarrollaron el avión Tomasevich Pegas que fue utilizado hasta la batalla de Kursk. Este aparato era el arte de lo mas simple en aviación, de pocas prestaciones y escasa velocidad, eso si podía ser pilotado casi por cualquiera, con solo unas pocas horas de vuelo aunque fuera una personal poco hábil, si al día de hoy fuese sometido a examen en algún concurso, ganaría el premio a la “austeridad en el diseño”.
Se pretendía construir un avión simple que no hipotecara más aún la ya ajetreada industria aeronáutica soviética, los materiales empleados no eran de primera necesidad, su estructura, largueros y alas eran de madera de pino, el fuselaje estaba hecho con madera de abedul y el metal tan solo era utilizado para algunos engarces de la estructura y para la protección de la cabina de piloto. Era impulsado por los mismos motores que los Policarpov, debido a la falta de motorización resultaban tan lentos, que los cazas alemanes entraban en pérdida al tratar de seguirlos para derribarlos, no se podían mantener tras ellos el tiempo necesario para la puntería pues podían arrollar a sus perseguidos.
El resultado final fue un avión monoplano de cabina abierta, con unas líneas angulares y un tren de aterrizaje fijo que se contradecía con las mas elementales leyes de la aerodinámica, la cabina podríamos decir que se encontraba casi-blindada, tan simple todo que con que pudiera regresar a la base más próxima para ser reparado en poco tiempo y volver a la batalla todo lo anterior era generosamente aceptado. Sus motores tenían los depósitos de combustibles tras ellos, de tal suerte que si eran alcanzados y se incendiaban, podían ser lanzados como artillería al ejército enemigo, quedando a los motores una carga de combustible que les daba autonomía para treinta minutos, suficiente para trasladarse a cualquier base propia.
Contaba con una buena artillería, tenía una ametralladora de 12,7 mm y dos cañones de 23 mm con los que podían hacer blanco efectivo en los blindados alemanes de la época e incluso podía ser armado bajo su fuselaje con una bomba de 500 Kgs o dos de 250 Kgs o en su caso con un contenedor de bombas de menor peso hasta llegar a ese límite.
Esta “cosa” que se fabricó en Siberia pretendían que hiciera su bautismo de fuego en la batalla de Kursk cuestión que tuvo que ser desestimada por carecer de autonomía de vuelo suficiente, no obstante dada su simpleza de vuelo fue utilizado en misiones nocturnas par el hostigamiento de la líneas enemigas alemanas, que debido al ruido de sus motores les llamaban “Nähmaschinen = máquinas de coser”.
Con las batallas de Kursk y Stalingrado, la necesidades aeronáuticas del ejército soviético cambiaron radicalmente y se inició la fabricación de los modelos Ilyushin I y II y Sthurmovik, quedando el Pegas tan solo en el recuerdo.
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