Málaga, nuestra querida Málaga es y será lo que nos propongamos. No toda bellezas desfila por la pasarela y ni falta que hace. Es mejor serlo que parecerlo y eso está en tus manos. Málaga cuenta con la simpatía y cariño de medio mundo. Basta con mencionar su nombre, en cualquier otro lugar, para ver chispas en muchas miradas. Esas que están manifestando la felicidad de un buen recuerdo.
Cultura es cuanto configura a un pueblo; en las artes, las letras, las ciencias…; pero, sobre todo, en el corazón de su gente. Que acoge y se entrega. Lo bueno de otros para asumirlo y cuanto pueda ofrecer para alegrar la convivencia. Nadie se siente un extraño entre nosotros y todos participan de algo único. Cultura viva. Así es mi Málaga y así quiero que sea.
Se ama lo que se conoce y Málaga es digna de ser aprendida con la cabeza y con el corazón hasta el tuétano. Esa es nuestra aspiración y no otra, porque la valoración cultural saldrá de saber apreciar las cualidades de una tierra que llega a ser “arte embriagador”. Nadie que llegua a Málaga puede ya marcharse para siempre, pues esta ciudad anidó en lo profundo. Nadie que venga a Málaga se va igual que llegó, pues aquí no cabe la indiferencia.
Málaga, junto a posibles contradicciones de adolescente, tiene la voluntad decidida de crecer en todos los aspectos y no desea ser limitada a estereotipos. Eso lo vemos los que tocamos con cierta frecuencia al alma malagueña; inquieta, cambiante, pero muy generosa con todos y para todo. Una cultura ancestral que se actualiza buscando lo más auténtico y genuino de su razón de ser; un reto para cuantos la queremos. Hemos de crecer para fuera y sabemos que es a base de crecer para dentro. En ello estamos. Que nadie dude de Málaga pues, su idiosincrasia y buen natural, se te pega a la piel y sólo se desprende hacia el corazón.
Javier Peña Vázquez * Málaga
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