Por Javier Peña, para www.aragonliberal.es
El otro día, observándome mientras me afeitaba, descubrí que algunas cosas, aparentemente normales, no funcionaban y recordé aquel bonito reloj de mi abuelo. Un hermoso y elegante diseño de bolsillo, como entonces se estilaban, que ya no daba las horas.
A nuestra sociedad, creo que le ocurre algo parecido. Una de cuyas principales razones está en que ha dejado, incluso diría que abandonado, toda su creatividad en mano de ingenieros. Lo cual supone que muchos individuos están ocupando puestos ostentosos, bien diseñados, que tampoco dan la hora. Es más, que no dan nada. Su “racionalidad” se apoya en modelos ideológicos, aparentemente bien concebidos y que en alguna ocasión pudieron funcionar, que tampoco responde a los parámetros de tiempo y espacio.
En ese sentido, hay ya muchas personas que confunden su propia inestabilidad argumental y su ausencia de convicciones con el desarrollo lógico de los pueblos que nunca ha sido, ni será, relativista. Una conformidad con la mediocridad que se parece a nuestra falta de puntualidad; ese quedar entre diez y diez y media. Otra forma de evitar el esfuerzo y de ignorar el respeto debido a la exactitud.
Carencias que acarrean “bombas a la Universidad”. Una situación que tan magistralmente nos retratara nuestro inmortal Cervantes en el episodio de la quema de los libros de caballería, a mano de los “prudentes”, porque los asociaban a su aparente locura. Bendita “locura” que ennoblece todo lo humano y lo eleva al plano de su auténtica dignidad. La que en estos días ha propugnado nuestra Reina y que desprecian ciertos representantes del “todopoderoso” mundo de las comunicaciones, el que sólo entiende desde la ley del “pensamiento único”. La que llevó a los fanáticos del pueblo elegido a interpretar las Tablas Sagradas a su conveniencia.
En definitiva, a nuestro mundo le sobran muchos “relojes fuera del tiempo” y le falta un decidido afán por continuar descubriendo la verdad. Un avanzar por el espacio del saber que, en última instancia, es lo que importa.
Javier Peña Vázquez * Málaga
domingo, noviembre 02, 2008
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