CONVAIR XFY-1
A la finalización de la II G.M. ante la aparición de nuevos combustibles, cohetes y motores muy avanzados tecnológicamente, se desata la imaginación y aparecen unos diseños aeronáuticos inimaginables. Nos encontramos al inicio de los años 50 y países como Estados Unidos, Inglaterra, Francia y Rusia poseían “información y científicos” que como botín de guerra fue capturado a Alemania.
Los países vencedores se encontraban fascinados por un modelo de avión de despegue vertical VTOL (Vertical Short Take off/Landing) que no precisara pista de despegue/aterrizaje, y pudiera ser lanzado al vuelo en cualquier claro boscoso e incluso desde un parque o plaza en el interior de una población.
En 1948 la US-Navy da lugar a los primeros desarrollos del VTOL, con la intención puesta en lograr un aparato capaz de despegar desde cualquier barco de la marina o incluso desde un mercante, aquí nace el extraño “Bachen Natter (víbora)”, aeroplano que tras consumir su combustible se dividía en dos mitades y ambas caían a tierra sustentadas en paracaídas.
Los departamentos de ingeniería descartaron la motorización sobre la base de turbinas debido a la gran demanda para otros fines en plena guerra fría, por lo que orientaron sus esfuerzos sobre dos vías.
1.- Uso de cohetes, que fueron desechados por el excesivo consumo de combustible que le permitía poco tiempo de permanencia en vuelo.
2.- La mecánica de turbo-hélice que desarrollaba tanta fuerza como un reactor y superaba las prestaciones de los motores de émbolo de la II G.M. que fue la opción elegida
Al declararse la Guerra de Corea, el gobierno norteamericano da un fuerte impulso al desarrollo de los VTOL y abre un concurso público al que presentan ofertas seis empresas aeronáuticas, de entre todas quedan seleccionadas dos y se comenzaron los trabajos con el XFY-1 modelo POGO de CONVAIR.
Se trataba de un pequeño pero muy robusto avión que descansaba sobre sus cuatro colas. CONVAIR era una empresa pionera en el uso del “Ala Delta” y aplicó esta tecnología en el modelo POGO. El piloto subía a cabina por una escalera de seis metros y adoptaba su posición para el vuelo mirando hacia el cielo. Al carecer de un tren de aterrizaje convencional, para los supuestos de emergencias el avión se dividía en dos partes y podía amerizar perfectamente.
En 1954 el prototipo se consideró concluido y fue trasladado a la Base Militar de Moffet Field en California donde se realizaron las primeras pruebas en un hangar gigantesco, siendo asegurado para evitar caídas laterales y en el mes de Agosto realizó el primer vuelo autónomo alcanzando 40 pies de altura a la vez que aterrizó verticalmente con éxito.
A sus mandos se encontraba el piloto de pruebas James F. Skeets que prosigue las mismas y en el mes de noviembre logra su primera transición de vuelo vertical a horizontal y viceversa satisfactoriamente.
James F. Skeets no lograba salir de su asombro, manejaba el aparato con una docilidad y una capacidad de maniobras que antes no había conseguido con otros aparatos más convencionales.
Las autoridades aeronáuticas norteamericanas calificaron el XFY-1 como el primer avión de despegue vertical que logra volar en el mundo. Todas sus pruebas fueron calificadas como “ÉXITO”, acumuló 40 horas de vuelo sin ningún accidente, su único inconveniente era la difícil posición del piloto en la maniobra de aterrizaje.
Ante la falta de presupuesto fue estacionado este proyecto que fue calificado como “muy interesante”.
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