Por Greciano
Efectivamente, su apellido le delata, hablamos de uno de tantos italianos que en las corrientes migratorias de los albores del siglo XX partieron de Nápoles para afincarse en Argentina, mas concretamente en la ciudad de Villa Concepción del Rio Cuarto, la cual hizo suya desde el momento de su llegada.
Hacia 1910 su padre instaló un taller de reparación de automóviles en el que creció entre lubricantes, herramientas y motores formándose como un excelente mecánico, derivado de esto le viene su afición a las carreras de motocicletas fundando el Club “Non Plus Ultra”. Con el paso del tiempo fue perfeccionando sus técnicas de trabajo en el taller que de buen seguro merecía el reconocimiento de lo que hoy llamamos “ Q de calidad”.
Ya desde muy joven aparecieron signos de su pasión por la aviación y todo lo relacionado con su mecánica, en 1920 el avión del Mayor inglés Kingsley por un fallo mecánico en su motor Rolls Royce tuvo que efectuar un aterrizaje de emergencia en el hipódromo de su ciudad, gracias a la buenas artes mecánicas de Florindo repara el avión y es invitado como agradecimiento del piloto inglés a un vuelo por la zona y fue tras esa experiencia cuando resuelve obtener el carnet de piloto profesional de aviación.
Se inscribe en la Aero-Escuela de San Fernando en Buenos Aires donde es considerado alumno aventajado por el exigente instructor norteamericano Lawrence Leon, en tan solo tres meses logra el titulo de piloto civil con categoría internacional registrado con el número 156 y fechado el 29 de Diciembre de 1920.
Tras dos años de ahorros logra el sueño de su vida, compra por 16.000 pesos un avión Curtis Meteor biplaza de 90 CV matriculado con el 263. Llegó volando su avión a la finca denominada “Tejerina” donde había construido pista y hangar, su satisfacción personal al lograr el sueño de su vida le llevaban a vivir un estado de euforia inenarrable, todo aquello era parte de Rio Cuarto y compartido por sus convecinos.
Eran frecuentes las ocasiones en que deleitaba a sus paisanos con un paseo aéreo y precisamente en una de esas ocasiones la fatalidad se posó sobre su Curtis y se vio en la necesidad de efectuar un aterrizaje de emergencia, el avión quedó muy dañado y tanto él como su acompañante sufrieron graves lesiones, tras los primeros momentos de pesar, toma fuerzas y se promete a si mismo sobrellevar el infortunio y elevar su ánimo al infinito, cuestión que logra tal cual buen deportista que era. Con la ayuda económica propiciada por el General Hamilton Fotheringhan y sus propias manos de excelente mecánico proceden a la reparación del avión al que le aplica personales mejoras que lo convierten en algo revolucionario para la época.
Superado el episodio anterior, en noviembre de 1921 participa en el Festival Aéreo “Pro Campo de Aviación de Rio Cuarto” junto a los ases de acrobacia aérea Renato Balleri, el inglés Syndall y el partidista Johnson, dejando admirados a todos los asistentes. Desarrolló una intensa actividad aeronáutica a favor de su población de acogida, aún se conservan los reportajes fotográficos que realizaba desde el aire en los que se contemplaba la expansión en todos los órdenes de su localidad. Volaba porque lo sentía y hacía participar a los demás de esa sana inquietud.
En 1927 cuando participaba en otro de los innumerables actos festivos a los que era invitado, en esta ocasión en Luque, realizó varios vuelos de turismo y en uno de ellos se produjo un fallo de motor que le ocasionó un segundo accidente pero dada su pericia realizó un buen aterrizaje de emergencia y los daños a la aeronave fueron escasos y no hubo que lamentar perjuicios personales. Retiró su Curtis como si pieza de museo fuera y adquirió poco después otro avión más moderno y fiable.
Florindo di Cola falleció en su ciudad Rio Cuarto el 4 de Octubre de 1987, las biografias de esta localidad le recuerdan como un hombre con valor, romántico, aventurero, gran deportista y al día de hoy todos sus descendientes se sienten orgullosos de él.
Efectivamente, su apellido le delata, hablamos de uno de tantos italianos que en las corrientes migratorias de los albores del siglo XX partieron de Nápoles para afincarse en Argentina, mas concretamente en la ciudad de Villa Concepción del Rio Cuarto, la cual hizo suya desde el momento de su llegada.
Hacia 1910 su padre instaló un taller de reparación de automóviles en el que creció entre lubricantes, herramientas y motores formándose como un excelente mecánico, derivado de esto le viene su afición a las carreras de motocicletas fundando el Club “Non Plus Ultra”. Con el paso del tiempo fue perfeccionando sus técnicas de trabajo en el taller que de buen seguro merecía el reconocimiento de lo que hoy llamamos “ Q de calidad”.
Ya desde muy joven aparecieron signos de su pasión por la aviación y todo lo relacionado con su mecánica, en 1920 el avión del Mayor inglés Kingsley por un fallo mecánico en su motor Rolls Royce tuvo que efectuar un aterrizaje de emergencia en el hipódromo de su ciudad, gracias a la buenas artes mecánicas de Florindo repara el avión y es invitado como agradecimiento del piloto inglés a un vuelo por la zona y fue tras esa experiencia cuando resuelve obtener el carnet de piloto profesional de aviación.
Se inscribe en la Aero-Escuela de San Fernando en Buenos Aires donde es considerado alumno aventajado por el exigente instructor norteamericano Lawrence Leon, en tan solo tres meses logra el titulo de piloto civil con categoría internacional registrado con el número 156 y fechado el 29 de Diciembre de 1920.
Tras dos años de ahorros logra el sueño de su vida, compra por 16.000 pesos un avión Curtis Meteor biplaza de 90 CV matriculado con el 263. Llegó volando su avión a la finca denominada “Tejerina” donde había construido pista y hangar, su satisfacción personal al lograr el sueño de su vida le llevaban a vivir un estado de euforia inenarrable, todo aquello era parte de Rio Cuarto y compartido por sus convecinos.
Eran frecuentes las ocasiones en que deleitaba a sus paisanos con un paseo aéreo y precisamente en una de esas ocasiones la fatalidad se posó sobre su Curtis y se vio en la necesidad de efectuar un aterrizaje de emergencia, el avión quedó muy dañado y tanto él como su acompañante sufrieron graves lesiones, tras los primeros momentos de pesar, toma fuerzas y se promete a si mismo sobrellevar el infortunio y elevar su ánimo al infinito, cuestión que logra tal cual buen deportista que era. Con la ayuda económica propiciada por el General Hamilton Fotheringhan y sus propias manos de excelente mecánico proceden a la reparación del avión al que le aplica personales mejoras que lo convierten en algo revolucionario para la época.
Superado el episodio anterior, en noviembre de 1921 participa en el Festival Aéreo “Pro Campo de Aviación de Rio Cuarto” junto a los ases de acrobacia aérea Renato Balleri, el inglés Syndall y el partidista Johnson, dejando admirados a todos los asistentes. Desarrolló una intensa actividad aeronáutica a favor de su población de acogida, aún se conservan los reportajes fotográficos que realizaba desde el aire en los que se contemplaba la expansión en todos los órdenes de su localidad. Volaba porque lo sentía y hacía participar a los demás de esa sana inquietud.
En 1927 cuando participaba en otro de los innumerables actos festivos a los que era invitado, en esta ocasión en Luque, realizó varios vuelos de turismo y en uno de ellos se produjo un fallo de motor que le ocasionó un segundo accidente pero dada su pericia realizó un buen aterrizaje de emergencia y los daños a la aeronave fueron escasos y no hubo que lamentar perjuicios personales. Retiró su Curtis como si pieza de museo fuera y adquirió poco después otro avión más moderno y fiable.
Florindo di Cola falleció en su ciudad Rio Cuarto el 4 de Octubre de 1987, las biografias de esta localidad le recuerdan como un hombre con valor, romántico, aventurero, gran deportista y al día de hoy todos sus descendientes se sienten orgullosos de él.
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